Durante muchos años, el vapor ha sido la opción elegida como portador de energía para procesos de fabricación en distintos sectores y aplicaciones por sus beneficios. Esta es la razón.
El agua es un recurso fácilmente disponible, no es cara y se puede reutilizar sin generar desperdicios. Cuando el agua se calienta en una caldera para generar vapor, absorbe energía. El vapor puede contener cinco o seis veces más energía potencial que una masa equivalente de agua. Esta energía se puede transportar y utilizar con facilidad en procesos de fabricación, en los que se necesite calor directo o indirecto.
El agua se convierte en vapor por sus propiedades como portador de energía. Es ecológica y no supone ningún peligro.
La energía del vapor se puede gestionar controlando la presión y la temperatura.
Con el equipo de vapor adecuado, puede gestionar y controlar fácilmente la cantidad de energía que necesitan sus procesos
El vapor proporciona una excelente transferencia térmica. Puede rodear o inyectarse en el producto que se desea calentar. Puede alimentar y llenar cualquier espacio a una temperatura constante.
Las propiedades de transferencia térmica del vapor son tan altas que el área de transferencia térmica requerida es relativamente pequeña. Esto implica que su planta de vapor requiere menos espacio y, por consiguiente, es más fácil de instalar.
El vapor también es estéril y, en consecuencia, es ideal para procesos de producción en el sector alimentario y farmacéutico, al igual que para la esterilización en hospitales.